- El equipo del centro de investigación ha presentado el proyecto SPRINT – Zero Food Waste en una jornada en la que han participado diversos actores de la cadena alimentaria catalana, como el DARPA, FCAC o Mercabarna, entre otros.
- SPRINT forma parte del ‘Single Market Programme’ de la Comisión Europea y pretende diagnosticar los residuos alimentarios y proponer soluciones por medio de intervenciones tecnológicas que alteren los patrones de comportamiento.
31 de enero de 2025
El Centre de Recerca en Economia i Desenvolupament Agroalimentari (CREDA) participa en el proyecto SPRINT – Zero Food Waste, una iniciativa que tiene por objetivo mitigar el desperdicio alimentario en restaurantes de hoteles, hogares y supermercados, por medio de la implementación de intervenciones tecnológicas innovadoras y efectivas que sean capaces de alterar los patrones de comportamiento.
Después de celebrar una jornada de presentación en Oviedo, el equipo de CREDA ha organizado una sesión para dar a conocer el proyecto a los diferentes actores de la cadena alimentaria catalana. Así, el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) ha acogido este viernes a más de 30 personas relacionadas con el sector.
Solucione con consciencia
La jornada, dividida en tres partes, ha sido dirigida por Chema Gil, director de CREDA, que ha asegurado que «el proyecto SPRINT surgió como posible solución a la problemática registrada por el Programa de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente sobre las pérdidas y el desperdicio alimentario«. Una vez introducido el proyecto, los diferentes socios y socias se han presentado y han dado a conocer su papel dentro de la iniciativa.
CIS ROBOTICS y ABAMOBILE, las entidades tecnológicas que participan, han explicado como funcionan los prototipos diseñados específicamente para medir y combatir el desperdicio, como por ejemplo una «APP que tiene por objetivo controlar los alimentos en los hogares, gestionando las compras y optimizando el uso de productos próximos a la caducidad«.
Por otro lado, los supermercados MASYMAS han compartido ejemplos de estrategias de reducción del desperdicio que ya utilizan, «como el etiquetado y reducción de precios en productos próximos a perecer, o la incorporación de la iniciativa ‘Too Good To Go’, que permiten a consumidores y consumidoras adquirir alimentos comestibles que en los supermercados se rechazarían«.
Cataluña como referente
La segunda parte de la jornada ha sido a cargo de Carles Guirado, técnico en prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario en el Departament d’Agricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació (DARPA), que ha explicado cuál es la normativa en relación con el desperdicio alimentario en Cataluña. «La ley catalana es pionera porque integra toda la cadena agroalimentaria y no solo se centra en gestionar el excedente alimentario, sino que también trabaja por prevenirlo«, ha remarcado.
Así, Guirado ha destacado que la propuesta incluye medidas que se centran más en «la prevención de rechazo de alimentos» con acciones como el fomento del espigamiento o la imposición de que restauración y hostelería «faciliten envases con tal de que consumidores y consumidoras se lleven a casa los alimentos no consumidos«.
Aunque esta ley fue aprobada por unanimidad el año 2020, antes de la pandemia de la COVID-19, la aparición de la normativa estatal y la convocatoria de elecciones paralizaron su avance, obligando a reformular ciertos aspectos. Actualmente, la nueva ley está en espera de ser aprobada el próximo mes de marzo en el Congreso.
El impacto de la ley en los distintos eslabones de la cadena
Una vez presentada la situación legal en Cataluña, Gil ha invitado al resto de participantes a conformar una mesa redonda bajo el título ‘Impacto de la Ley de Desperdicio Alimentario en los distintos sectores de la cadena agroalimentaria’.
Por lo que respecta al sector primario, Josep Lluís Escuer, responsable de suministros de la Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya (FCAC), ha destacado como se encuentran en una situación «de avanzar y ayudar a las cooperativas a cumplir los requisitos establecidos por la ley» no solo con la cuantificación, sino también con «la creación de proyectos que minimicen los impactos«.
Según Daniel Brasé, secretario general de la Federació Intercomarcal d’Hostaleria, Restauració i Turisme (FIHRT), el problema de la ley «fue la entrada en vigor justo antes del inicio de la pandemia«. «Nos encontramos en un momento en que la restauración estaba cerrada y había que adaptarse tanto a la nueva normativa de prevención, como a los cambios originados por la COVID-19«, ha remarcado Brasé, quien de la misma manera que el sector primario, concluye que la ley es una buena iniciativa, pero «debería de venir acompañada de una ayuda económica por parte de la administración«.
Instituciones como Mercabarna trabajan para ayudar a las empresas a cumplir y reducir el rechazo, «intentamos concienciar de la importancia de los alimentos por medio de la disposición de herramientas y elementos que ayuden a gestionar y distribuir este excedente«, ha explicado Milagros Paseta, responsable del departamento de sostenibilidad en el mercado mayorista catalán, poniendo como ejemplo la iniciativa Foodback que ya lleva tres años funcionando.
Por su parte, Roger Gaspa, secretario general del Consell d’Empreses Distribuïdores d’Alimentació de Catalunya (CEDAC), ha defendido que el uso de medidas de prevención «ha hecho posible que del total del producto que llega a un supermercado o tienda, solo un 1% no se comercializa en los propios establecimientos«. Con ayuda de herramientas con inteligencia informática, «se ha hecho una mejor gestión del estoc, reduciendo el excedente«, ha aclarado. Por otro lado, Gaspa ha asegurado que «los supermercados ya trabajan para que la mayor parte de este 1% se destine a entidades sociales«.
La propuesta de SPRINT
El proyecto SPRINT – Zero Food Waste es una iniciativa que ha recibido financiación de la Comisión Europea mediante el Single Market Programme (SMP) que ayuda a los mercados interiores a recuperarse de la crisis de la COVID-19. Con este proyecto, se pretenden conseguir tres objetivos principales: (1) diagnosticar los residuos alimentarios y qué los impulsa; (2) cocrear, diseñar e implementar estrategias de intervención basadas en la evidencia que sean más efectivas y sostenibles; y (3) sensibilizar y promover recomendaciones políticas y directrices operativas sobre como reducir y prevenir el desperdicio alimentario.
Para llevarlo a cabo, se ha adoptado un enfoque sistémico que tiene en cuenta los factores individuales que favorecen el desperdicio, pero también los factores externos que pueden afectar individuos e individuas, como por ejemplo el contexto, la cultura, la infraestructura o la arquitectura de elección. Así, durante un periodo de 12 meses, las entidades colaboradoras harán un estudio en tres casos piloto (Hotel Artiem, Supermercat Más y más, y hogares), tanto en Asturias como en Cataluña.
DATOS OFICIALES
La iniciativa SPRINT – Zero Food Waste, comenzó en 2024 y pretende finalizar en junio de 2026, está enmarcada en el programa Single Market Programme de la Comisión Europea, y tiene por objetivo mitigar el desperdicio alimentario en restaurantes de hoteles, hogares y supermercados.
Liderada por el Club Asturiano de la Innovación (INNOVASTURIAS), cuenta con un total de 7 entidades participantes que representan los tres escenarios de investigación (restaurantes de hoteles, hogares y supermercados) y estudian los factores individuales y externos que afectan a las personas en el momento de consumir más o menos alimentos.
El proyecto SPRINT ha recibido financiación del acuerdo de subvención Single Market Programme (SMP) número 101156435 de la Comisión Europea.