Amèlia Sarroca, técnica de soporta a la investigación
El verano queda atrás y llega el otoño. Ya hemos vuelto a las rutinas, pero la bajada de las temperaturas nos conduce a comer menos alimentos frescos, de temporada. Igual que la naturaleza, con la caída de las hojas, el acortamiento de los días nos invita a la introspección. Esta, pero, no tiene que ir reñida con una buena alimentación y un consumo de producto de proximidad, que ayuda a una sostenibilidad ambiental y social, preservando la faena vital y dura que los payeses y las payesas de nuestras zonas hortícolas llevan a cabo para garantizar una alimentación justa y saludable para pequeños y grandes.
Substituimos las horas de sol con alimentos
Hace falta que el cuerpo esté preparado para adaptarse al cambio, reforzando las defensas y estando a punto para el frío y la disminución de horas de luz. La vitamina C es clave para prevenir constipados, pero también para la creación del colágeno, que mantiene la flexibilidad de las células y la absorción del hierro. Este nutriente es básico para no estar decaído ni cansado, y lo encontraremos en las primeras mandarinas, naranjas, pomelos… cítricos deliciosos que pueden ayudarnos a empezar un buen día, pero que también podemos combinar en ensaladas de legumbres, para asimilar mejor el hierro de origen vegetal y prevenir la anemia.
Los aguacates, que crecen en el Maresme, son deliciosos tanto por sus componentes en ácidos grasos saludables como en vitaminas. Cremosos, son versátiles. Desde cremas de calabacín cocido con un toque de aguacate, servidas tibias, hasta tostadas que cada vez están más de moda en todos lados, con un poco de salsa tahini por encima para complementar una aportación de calcio para los huesos.
También, los deliciosos frutos secos de Cataluña, nos aportan proteínas necesarias. Entre ellos destacan las castañas, tan de otoño, que se pueden consumir al horno, pero que también se encuentran en harina para poder hacer pasteles saludables y bajos en azúcar.
Tiempo de productos del Baix Llobregat
Empieza la época de las dulces coles de Bruselas, y otras brassicas como la coliflor y el brócoli. Recomendamos mucho su consumo por el agente antioxidante y preventivo de muchas enfermedades. Se puede hacer de diversas maneras: al vapor para mantener el máximo de vitaminas; incorporado en ensaladas y platos de pasta; acompañando pescados y carnes; o salteado.
Hasta se puede hacer un gratinado combinado de coliflor blanca, morada i amarilla (tenemos de todos colores, producidas en la zona del Parc Agrari del Baix Llobregat). Así, damos color al plato y nos animamos y aportamos luz y color a los días cortos. Además, como ya sabemos, las recetas más divertidas llaman la atención de los más pequeños.
Durante esta temporada, también empezamos a ver los primeros cultivos de alcachofas, pero en otros blogs ya hemos hablado de sus propiedades varias. Eso sí, la gran reina del otoño, que realmente encontramos durante todo el año, es la calabaza. Violín, rabequet, alargada, redonda… comprad en los mercados municipales, a cortes o enteras (no rabequet, ¡que es demasiado grande!).
¿Cómo aprovechamos la calabaza?
La podéis hacer al horno: la cortáis en dados, la aliñáis con especias y un poco de aceite y las metéis al horno precalentado a 190ºC durante 10-15 minutos, según el tamaño del dado. Una vez cocida, la podéis acompañar de queso fresco, unas hojas de ruca o lo que más os guste.
Se puede hacer en cremas, con un toque de jengibre para activar más las defensas y un poco de zumo de naranja incorporado a última hora para mantener más la vitamina del cítrico. A rodajas (para el tipo violín) hechas a la plancha, vuelta y vuelta, con un sofrito de tomate y cebolla, y un toque de queso gratinado… o unas trufas de calabaza y boniato hechas al horno. Asegúrate que queden bien cocidas, tritura la pulpa con unos cuantos dátiles y cacao puro, y ¡haz unas trufas deliciosas y sanas! Así, conseguirás un postre que sorprenderá a todo el mundo y que podrán comer los niños y niñas sin remordimientos de nadie (tenemos que cuidar la alimentación de pequeños y pequeñas, pero también de adolescentes).
Y lo más importante… ¡la proximidad!
Os invitamos a gozar de todos los productos del huerto, de los colores varios, y no olvidéis comer deliciosas manzanas y peras, que se han recogido hace poco y nos acompañan todo el año, pero conservan más vitaminas ahora en el otoño que en primavera. Recordad, todo lo que se pueda, que sea de temporada. Ya no es tiempo de ciruelas que vienen de lejos, ni de piñas tropicales o cerezas bien rojas.
¡Salud y buen provecho!